19.5.11

GALERIA JM, Málaga


La Galería JM de Málaga estará siempre vinculada a la trayectoria profesional de Carlos Schwartz. Nacido y formado en Canarias, a finales de los 90 se instala en la Península con 33 años. Por entonces, Javier Marín lleva por primera vez su obra a Andalucía. Allí se presenta una selección de oleos, acuarelas y temperas a los que acompañan pequeñas y coloristas instalaciones; todas ellas evocadoras del mundo onírico y fantástico del Fausto de Goethe. Estábamos en el año 2000.

Tres años justos después, Carlos vuelve a Málaga con una Exposición sin título que es muestra inequívoca de su asentamiento en el interior de una nueva tierra. Sus obras discurren ya por un camino de religión personal que concreta la intelectual espiritualidad con la inició su trabajo en Canarias. Schwartz recurre con insistencia a unas lluviosas nubes, al hogar que se adivina bajo las tejas o a las purificadoras llamas que arden por si solas sin quemar. Su verdadera obsesión sin embargo es el lenguaje.

Licht, mehr licht! Dijo Goethe al abandonar una vida larga y luminosa. Ese fue el título que Schwartz recogió para su tercera exposición en la Galería JM en 2006, cuando su reciente estancia en Alemania había puesto cuerpo a sus obsesiones descubriendo que el lenguaje es verbo y el verbo luz. Para entonces el objeto había dejado de tener un papel metafórico para estrenar su valor metafísico. Cierto es que si para Derrida la metafísica es una metáfora borrada que cree no ser metáfora, sino verdad; para Schwartz la luz no borra sino que crea la metáfora y la trascendencia de cada objeto, hasta del mas nimio. Así las sillas, las escaleras y los más inesperados objetos encontrados, toman vida y se subliman. Una de las obras más sorprendentes era un nido de pájaros vacío, al que una simple bombilla le convierte en metáfora del trabajo, la constancia, el calor, la vida y el amor.

Ahora, Carlos Schwartz vuelve a su cita trienal con Málaga con una exposición sin título, pero que bien podríamos llamar Memoria de la Ciudad. Presenta tres grandes esculturas- instalaciones de luz, con tubos fluorescentes donde, al contrario de otros artistas, Schwartz no oculta los materiales y mecanismos gracias a los cuales surge la luz. Así cables, reactancias y cebadores dejan al descubierto la génesis de su creación. Dos de estas instalaciones son del 2011 (“ARCOS” y “P.I.D”) y por tanto todavía inéditas. Complementa esta selección una serie de dibujos en pintura negra sobre poliéster que nos remite a la arquitectura de las ciudades que fue ya exhibida en su retrospectiva en el TEA de Tenerife del año pasado.

Claramente dividida en dos partes, esta muestra contrapone el trazo con la tridimensionalidad de la escultura. Sobre ambas, la luz. En la parte pictórica Schwartz evoca una luz perdida en el tiempo. El paisaje urbano es lo que no luce y que muchas veces es abrumador. Las ventanas, las ramas de los árboles son ausencias y hasta las farolas adquieren relevancia precisamente por su propia existencia y no por su función. Al mismo tiempo, las esculturas se convierten de nuevo en objetos luminosos que nos remiten a las estructuras encontradas en parques infantiles; el objeto de juego mantiene su funcionalidad y la narración -de nuevo la metáfora-, llega de la mano de la luz que convierte el frío arco de hierro en recuerdo y memoria de las felices piruetas de la niñez.

Las obras escogidas para esta exposición son muestra inequívoca del asentamiento en la trayectoria artística de Schwartz. En esta década recién transcurrida, la obra de Schwartz ha pasado por transformaciones, provocando en el artista una curiosidad y una fascinación con la interacción de aspectos diversos de la percepción- como nuestro mundo interior arroja una especie de velo sobre nuestra visión del mundo exterior- . Su trabajo ha crecido, es más rico, potente y permite múltiples interpretaciones. La muestra de ello en Galería JM a partir del 14 de mayo.